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Ensayo

ENFOQUES DE LA ENSEÑANZA
Los autores Gary Fenstermacher y Jonas Soltis nos presentan tres formas de entender la enseñanza mediante el perfil de tres docentes muy distintos entre sí pero eficaces.

El primer docente contribuye a la educación dando tanto un conjunto de habilidades básicas que sean útiles durante toda la vida como un conocimiento de la disciplina específica que permita progresar con éxito. Los materiales curriculares organizados, sistemáticos y secuenciados lógicamente, progresivos contribuyen a un fácil seguimiento por parte de los alumnos. Cada nuevo aprendizaje se construye sobre el anterior y conduce al siguiente. Apela a evaluaciones no intimidantes. Este docente se caracteriza por ser muy eficaz y productivo. Mediante sus métodos los alumnos tienen una sensación de realización y en sus clases hay un espíritu de “poder hacer”. Es un docente que dirige la clase con entusiasmo y éxito. Estas características reflejan el enfoque ejecutivo que ve al docente como un ejecutor, encargado de producir ciertos aprendizajes utilizando las mejores habilidades o técnicas disponibles. Los materiales curriculares cuidadosamente elaborados proporcionan al docente las técnicas y conocimientos necesarios para gobernar la clase y producir el aprendizaje.

El segundo docente cree que la educación puede dar una perspectiva sobre sí mismos, enseña para que el conocimiento sea conectado con las experiencias de vida. Los estudiantes eligen los materiales que tratan temas de su interés, por lo tanto no existe un currículum prefijado. Las discusiones de aula son diálogos en los que se comparten experiencias, perspectivas y valores junto al docente. A través de estas interacciones el docente demuestra su interés por los alumnos y la materia. La particularidad de las clases de este docente caracteriza el enfoque terapeuta que muestra al docente como una persona empática que ayuda a los alumnos en su crecimiento personal, y a desarrollar su confianza y la aceptación de sí mismos. Esto ayuda a los alumnos a desarrollarse como personas auténticas mediante experiencias educativas.

El tercer docente proporciona a sus clases un ambiente de calma y respeto por las diferencias culturales. Cree que la educación debería ser una iniciación a los diferentes tipos de información. Trata a los alumnos como a personas capaces de pensar y de formarse ideas y opiniones válidas las cuales están respaldadas por datos. Los alumnos buscan materiales y fuentes, generan hipótesis y comprueban sus interpretaciones. Sus metodologías liberadoras de la mente del individuo que promueven seres humanos morales, racionales, entendidos e íntegros describen el enfoque liberador.

EL ENFOQUE DEL EJECUTIVO

En el enfoque del ejecutivo el docente es el que maneja los tiempos de la clase, es una persona que toma decisiones, principalmente en el modo en que distribuirá el tiempo de los estudiantes dentro del aula. Aunque el tiempo empleado en el trabajo académico no es el único aspecto en el que pone énfasis esta perspectiva. Este docente también utiliza indicaciones para alentar a sus alumnos sobre lo que hay que aprender y el modo de alcanzar ese aprendizaje, insiste en la retroalimentación evaluativo corrigiendo rápidamente los errores tanto de las tareas escritas como de las orales, refuerza la labor del alumno con observaciones positivas, o recompensas aún más tangibles. Se puede decir que el docente es el conductor de la clase que a través de habilidades que incluyen técnicas como el manejo del tiempo, la adecuación de los contenidos enseñados lo que se mide posteriormente en los exámenes así como también de suficientes oportunidades para aprender a cada uno de los estudiantes, tiene como propósito el que el alumno pueda adquirir y retener conocimientos específicos como datos, conceptos, habilidades e ideas tal como se imparte durante la clase.

Entre los aspectos anteriormente mencionados debemos destacar la posibilidad de aprender que brinda a los estudiantes que muchas veces es dejada de lado por los docentes entusiasmados con la complejidad y profundidad de ciertos temas. Otra faceta interesante es la de conferir un importante valor al aprendizaje, aunque podría objetarse que este educador se parece a un ejecutor o gerente que se ubica por fuera del proceso de enseñanza – aprendizaje regulando contenidos y actividades, pasando por alto factores como la motivación individual o las características particulares de cada alumno.

Este enfoque podría ubicarse en el marco filosófico del positivismo y en la línea psicológica del conductismo en tanto mide los resultados del proceso de aprendizaje en términos de resultados – productos.

El acento se pone entre lo que el docente hace y el estudiante aprende. El proceso es la actividad del docente, mientras que el producto es el dominio que alcanza el estudiante respecto a lo que se le ha enseñado. Desde este enfoque, ser una persona educada es aquella que demuestra objetivamente que ha adquirido una serie de saberes específicos.

Este enfoque pone el acento en la eficacia que se mide a través de los resultados obtenidos por parte de los estudiantes.

EL ENFOQUE DEL TERAPEUTA

En la perspectiva del terapeuta, el propósito de enseñar es el de capacitar al estudiante para que se convierta en un ser auténtico, que sea capaz de asumir responsabilidades y de tomar decisiones que definan su carácter. El docente que adopta esta perspectiva debe aceptar las diferencias substanciales entre los alumnos y abordarlas abiertamente para ayudar a desarrollarse y a experimentar el mundo de acuerdo a sus características especiales. Este docente no es un mero transmisor de conocimientos y habilidades desde una fuente exterior hasta la mente del alumno, sino que permite al alumno elegir los conocimientos que desea adquirir para luego utilizarlo en la afirmación de su personalidad. Una persona educada en este enfoque terapéutico debe ser un ser humano auténtico, genuino que toma seriamente la libertad, que comprende que se tienen que tomar decisiones responsables y aceptar las consecuencias de las mismas. Es por ello que el docente se compromete a asistir al alumno en su elección del tema que lo hará soltarse y contar sus experiencias para elevar su autoestima.

La perspectiva terapéutica surgió de una importante conjunción crítica social contemporánea y una nueva versión de la psicología desarrollada en oposición al conductismo y los métodos experimentales. Esta posición fue considerada radical por el hecho de que el alumno es el que hace la elección de qué aprender, cómo hacerlo y quién se lo va a enseñar. La tarea docente consiste en aumentar la capacidad de elegir del alumno y ayudarlo a utilizar lo que aprende como una oportunidad para su crecimiento personal.

En este enfoque el docente procura alcanzar la autorrealización y la autenticidad a la vez en que se esfuerza para promover estudiantes saludables, capaces de planificar, elegir, y actuar de modo que contribuyan a su crecimiento educativo y desarrollo personal. Carl Rogers desarrollo las implicaciones de esa idea en la educación. Para él lo importante es el aprendizaje vivencial. Este aprendizaje está cargado de compromiso personal, la persona en su conjunto participa del aprendizaje en lugar de absorber pasivamente lo que el docente le ofrece. El aprendizaje se inicia a sí mismo, es global, influye en cada aspecto del ser del alumno. Por eso este último debe involucrarse libremente en él mientras que el sólo puede guiar, sugerir, alentar. Lo importante es lo que se aprende. El alumno se apropia de ese contenido personalmente, este no puede directamente transferido a otra persona. Entonces el docente es solo la persona que ayuda a otra a alcanzar su propio conocimiento y habilidades.

La psicología humanista se basa en la libertad, la elección, el crecimiento personal y el desarrollo de la salud emocional y mental. Según Marlow y Rogers, la educación contribuye de manera significativa a alcanzar esos objetivos, hay que ayudar al alumno a alcanzar su propia realización. La tarea del docente es conducir al alumno hacia adentro, hacia su propio yo, de tal modo que el educando pueda, en virtud de ese proceso, volcarse hacia fuera y actuar de acuerdo a lo aprendido. Esta relación entre el docente y el alumno es llamada caritas educativa.

La escuela de la actualidad no siempre cuenta con alumnos deseosos de aprender y docentes afectuosos y creativos, por lo tanto esta realidad hay que tenerla en cuenta. Disfrutamos una época de confort y tecnología increíble, pero al mismo tiempo sufrimos violencia, crimen, mortalidad infantil, intolerancia, aislamiento, apatía y disolución familiar. Está comprobado que es necesario que es positivo fortalecer las familias, la comunidad, los valores y las escuelas para que el país sea fuerte y el gasto en la educación sea menor, ya que donde hay tiempo y recursos sociales no hace falta tanto dinero. Por consiguiente los cinco pilares que se deben apoyar en la educación son: la familia, la cultura, la religión, la comunidad y la escuela; el dinero es pobre sustituto de cualquiera de ellos.

EL ENFOQUE DEL LIBERADOR

El enfoque del liberador de la enseñanza pone en primer plano el contenido. Este estilo de prestar menos atención a las habilidades docentes específicas o a los estados psíquicos y emocionales de los alumnos exige considerar el objetivo de la enseñanza, más allá del énfasis en el contenido. El mero énfasis en el contenido no lo hace a uno un liberador, además hay que procurar liberar la mente del estudiante de los límites de la experiencia cotidiana, de la inercia y la trivialidad de la convención y el estereotipo.

Este enfoque parece describir el conocimiento en un elevado nivel de complejidad. La manera de dar la clase está en gran medida influida por el contenido mismo. El profesor espera que sus alumnos lleguen a ser investigadores escépticos, críticos, porque es una actitud previa necesaria para llegar a ser un buen científico. A fin de que los estudiantes aprendan a pensar de este modo, es necesario que vean que otro lo hace así. El profesor debe servir como modelo para los estudiantes.

La manera de ser del docente es esencial porque determina que el conocimiento y la aptitud que el alumno debe aprender liberen su mente o simplemente la paralicen con datos y habilidades insípidas e irrelevantes. El docente debe mostrar ciertas maneras o modos coherentes de conducta, llamar la atención hacia ellas y alentar a sus alumnos para que las imiten. Cada campo disciplinario normalmente tiene una serie de maneras, de principios de procedimiento que son los que convienen a ese campo. La manera de enseñar no sólo está bajo la influencia de la naturaleza del contenido, sino que también recibe la influencia de la complejidad del mismo. Un contenido poco elaborado le deja al docente muy poco campo y poca profundidad para desarrollar sus maneras, aunque en este enfoque hay muchas menos probabilidades de llegar a este resultado porque se pone particular acento en la calidad del contenido.

También existe lo que podríamos llamar la manera general. Su forma y su carácter no dependen de los diferentes terrenos o materias; resulta aplicable en todos los campos. Esta manera general habitualmente se agrupa con el título de “virtudes morales e intelectuales”. Entre las virtudes morales están la honestidad, la integridad, la disposición imparcial y el trato justo. Entre las virtudes intelectuales están la racionalidad, la amplitud de espíritu, la valoración de las pruebas, la curiosidad, un hábito mental reflexivo y el escepticismo prudente.

Cada una de estas virtudes denota una manera de actuar que según los liberadores debería ser característica de toda la enseñanza. En realidad estas virtudes morales e intelectuales se consideran una parte del contenido. El alumno debe adquirirlas del mismo modo en que debe adquirir el conocimiento y la aptitud en cada disciplina. El liberador desea que el estudiante adquiera la manera tanto como el contenido, porque el contenido sin la manera no será liberador.

Puede resultar difícil entender como la manera llega a formar parte del contenido, porque no puede ser enseñada a los estudiantes directamente, a diferencia del conocimiento, las habilidades y la comprensión. Pero hay otro tipo de resultado del aprendizaje, llamado “rasgos de carácter” que se enseñan con el ejemplo y que deben ser parte de la manera de ser del docente. Aprendemos rasgos de carácter cuando otro nos los muestra y nos entrena en ellos, alentándonos o recriminándonos según corresponda.

Un docente inclinado hacia el estilo liberador cree que el alumno solo puede desarrollar y liberar su espíritu si adquiere saberes y comprensiones esenciales, combinados con los rasgos morales e intelectuales del carácter que más se ajusten a esos conocimientos.

El liberador establece algunos controles estrictos sobre lo que cuenta como saber y comprensión y, sobre lo que es adecuado para el currículum. P. H. Hirst sostiene que el conocimiento puede dividirse en siete formas. Estas son: matemática, ciencias físicas, ciencias humanas, historia, religión, literatura y bellas artes, y filosofía. Además afirma que estas siete formas o dominios cubren todos los tipos de cosas que, como seres humanos, podemos a llegar a saber sobre el mundo. La mejor educación es aquella que inicia a los estudiantes en estas formas de conocimiento.
Además de interesarse por establecer cuáles son las formas apropiadas de conocimiento, el liberador también estipula cómo deberían enseñarse esas formas. Para Hirst, una forma de conocimiento tiene ciertas características esenciales y conceptos especiales que contribuyen a formar la idea para cierto tema. Estas formas de conocimiento no están compuestas simplemente de datos, cifras y fórmulas; son ideas clave o centrales, estructuras lógicas distintivas, métodos de indagación, y normas de juicios públicamente sustentadas. Si aprendemos estas últimas características de las formas al tiempo que aprendemos los datos, las cifras y las fórmulas, realmente hacemos del conocimiento la base para liberar la mente de los límites, engaños y convencionalismos de la experiencia corriente, no estructurada.

El enfoque liberador tiene sus raíces mas profundas arraigadas en la filosofía. Esta noción de educación es decididamente griega y de algunos romanos. La idea griega de paideia está en el centro conceptual de este enfoque de la enseñanza, es el nombre de un sistema de educación utilizado en la Grecia y la Roma clásicas cuyo currículum incluía gimnasia, retórica, gramática, matemática y geografía (nótese el paralelo con las formas de conocimiento de Hirst). Estas son las disciplinas en las que pensamos hoy cuando hablamos de educación liberal. El estudio de tales disciplinas hace una “persona acabada”, prepara al individuo de manera general para la vida. Durante los primeros tiempos de la era cristiana, el concepto griego de paideia se entendía como humanitas: la cultura de la humanidad. En ambas nociones, tanto en paideia como en humanitas, se ponía el acento en la capacidad de los seres humanos de alcanzar los fines más nobles, los logros más elevados en el conocimiento, la comprensión y la virtud.

El aprendizaje general o liberal capitaliza mejor la capacidad de adaptación y la inteligencia humana, prepara a nuestros niños para ser buenos ciudadanos y para vivir vidas humanas.

CONCLUSIÓN

En la introducción este ensayo nos presenta tres docentes y formas pero eficaces y exitosas. Después de analizar en que consiste cada enfoque, el accionar del docente y el proceder de sus alumnos, además de los fundamentos teóricos en los cuales se basa cada uno de ellos; llegamos a la conclusión que cada docente tiene una formación o personalidad que lo inclinan hacia un enfoque en particular, y que cada disciplina tiene formas propias que hacen más adecuado un enfoque que otro para abordarla.

Como profesores de Inglés nos sentimos identificados con el enfoque ejecutor. La naturaleza fija y estructurada de nuestra asignatura, nos hace planificar cuidadosamente lo que vamos a enseñar, guiar a nuestros alumnos quienes deben incorporar un modelo externo y aplicarlo a sus realidades. La creatividad y libertad queda relegada por completo, en el mejor de los casos a través de una interpretación de algún texto podamos acercar a nuestros alumnos al enfoque terapeuta, tratando así que el contenido del material seleccionado enseñe alguna conducta beneficiosa o quizás negativa que nos haga reconocerla en otros y rechazarla.

Un profesor de Literatura o Filosofía encontrará la adopción de la postura terapéutica casi naturalmente. Su asignatura proporciona un mundo de libros que pueden ayudar a sus alumnos a formar su personalidad, a incrementar su autoestima ahondando y acercándose a diversas realidades.

Profesores de Química, Ciencias Naturales, Tecnología encuentran en el enfoque liberador el soporte necesario para la formación del ansiado científico.

O tal vez estos tres enfoques sean como una evolución normal en la adquisición de saberes. Comenzando con una educación ejecutiva para establecer bases sólidas en nuestros alumnos. Una vez logrado esto, hacer que esos conocimientos sean útiles para nuestros alumnos como persona. Para llegar finalmente a reflexionar sobre todo el proceso realizado y lo aprendido y así liberar la mente decidiendo que es lo que quieren o les conviene. De esta manera podrían vivenciar los tres enfoques que en definitiva tienen muchos aspectos positivos y que al complementarse formarían al docente ideal.

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